sábado, 5 de enero de 2019

Por qué celebramos la Cena del Señor por la mañana en el primer día de la semana, en lugar de la noche

¿Por qué celebramos la Cena del Señor por la mañana en el primer día de la semana, en lugar de la noche, como en Los Hechos 20:7?

Cuando nuestro Señor Jesucristo instituyó la Cena, según relatan detalladamente San Mateo, San Marcos y San Lucas, creemos que El tenía un propósito especial en cuanto a la hora de hacerla. Jehová mandó a su pueblo en Egipto a inmolar el cordero de la pascua "entre las dos tardes, el 14 del mes". Según la costumbre antigua un día terminaba antes de las seis de la tarde y otro día empezaba después de las seis. Así fue el fin de un día y el principio de otro día. Era la última Pascua que el Señor celebró con sus discípulos, marcando el fin del día de la Ley; y era la primera Cena del Señor, marcando el principio de un nuevo día, el día de la gracia y del nuevo pacto.

En 1era Corintios, caps. 10 y 11, donde San Pablo está corrigiendo cosas fuera de orden en cuanto al culto de la Cena, él no hace ninguna referencia a la hora, y en los Hechos 20 vemos como fue el primer día de la semana, que ciertamente conviene porque es el día del Señor. Así la hora del día en que debe efectuarse la Cena debe seria más conveniente para los santos. En tiempos apostólicos el día de Domingo no era día libre en el mundo pagano y, sin duda, la mayor parte de los creyentes tenían que cumplir con sus deberes temporales durante el día, y no estaban libres hasta anochecer. Esta costumbre tenía su defecto, pues en la noche la mente ha perdido algo de su frescura, como en el caso del mismo Eutico (Hechos 20:9) que fue vencido por el sueño en pleno culto. Han habido tales casos en nuestros días de los que se entregan al sueño aún cuando se celebra la Cena por la mañana; ¿Qué sería si fuera de a media noche? Sería necesario amarrar a algunos a sus sillas ¡para no caer!.

La Cena del Señor es la mayor oportunidad presentada a nosotros para adorar colectivamente a Aquel que es digno, y; ¡cuán propicio es ofrecer esta adoración cuando la mente está más capacitada para hacerla con inteligencia y vigor espiritual!.

Tomado de Revista Sana Doctrina Nro. 20 Año 1962.
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